El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la imposición de un arancel del 25% a los automóviles importados que no sean fabricados en territorio estadounidense, en una medida que entrará en vigor el próximo 2 de abril. Durante su discurso en el Despacho Oval, Trump afirmó que esta medida busca incentivar la manufactura en su país y revertir lo que considera un daño económico causado por décadas de libre comercio. «Si fabricas tus autos en EE.UU., no habrá arancel», destacó el mandatario, agregando que su administración aplicará medidas similares a otros sectores económicos.

Este arancel afectará directamente a México, principal proveedor extranjero de automóviles para el mercado estadounidense. En 2024, México exportó 402,986 vehículos a EE.UU., representando el 84.2% de sus envíos totales. Analistas advierten que la medida podría encarecer los autos en el mercado estadounidense en hasta 10,000 dólares, dependiendo del modelo y de las piezas utilizadas en su fabricación. Óscar Silva, socio de la consultora Roland Berger, indicó que «un auto mexicano es 18% más barato en comparación con otros socios comerciales de EE.UU., por lo que la imposición de aranceles perjudica tanto a la economía estadounidense como a la mexicana».

Las autopartes también se verán impactadas por estos nuevos impuestos. La Casa Blanca informó que los componentes importados serán gravados con el 25%, aunque los que cumplan con las reglas de origen del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) estarán exentos por ahora. México es uno de los mayores proveedores de autopartes a EE.UU., con exportaciones por 82,456 millones de dólares en 2024. Sin embargo, el gobierno estadounidense aún no ha establecido un proceso claro para evaluar qué autopartes seguirán sin aranceles en el futuro.

El anuncio de Trump ha generado preocupaciones en la industria automotriz global. Fabricantes como General Motors y Ford vieron caer sus acciones tras la noticia, mientras que el gobierno de Canadá calificó la decisión como un «ataque directo» a su sector automotriz. Mark Carney, primer ministro canadiense, aseguró que su país se mantendrá firme ante esta decisión y analizará medidas de respuesta. Por su parte, la Unión Europea también expresó su preocupación y advirtió que evaluará una posible represalia comercial. «Los aranceles son impuestos perjudiciales tanto para las empresas como para los consumidores», declaró la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

El impacto de esta medida en la industria automotriz estadounidense es incierto. Si bien Trump ha defendido los aranceles como una herramienta para fortalecer la manufactura local, expertos advierten que estos impuestos podrían elevar los costos de producción, generar inflación y afectar la competitividad de las empresas estadounidenses. Un estudio de la Comisión de Comercio Internacional de EE.UU. estimó que un arancel del 25% reduciría las importaciones de autos en casi 75% y aumentaría los precios internos en un 5%.

El nuevo esquema arancelario también influye en la transición hacia los vehículos eléctricos. Actualmente, muchas de las piezas clave de estos autos, como baterías y sistemas electrónicos, son importadas de otros países, incluyendo México y China. Analistas advierten que la imposición de aranceles podría frenar la adopción de esta tecnología en EE.UU., al hacer más costosa su producción.

Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha adoptado una política comercial agresiva, implementando aranceles a distintos sectores. Ha justificado estas medidas como una forma de «recuperar la riqueza y los empleos» de EE.UU., aunque sus efectos económicos aún están en debate. Su gobierno también ha vinculado el uso de aranceles a temas de seguridad nacional y control migratorio, amenazando con aplicar impuestos a productos de México y Canadá por su supuesto papel en el tráfico de fentanilo.

Mientras los países afectados evalúan sus respuestas, la industria automotriz enfrenta un escenario de incertidumbre. El incremento en costos podría alterar la estructura de producción en Norteamérica y afectar el comercio entre los socios del T-MEC. A medida que el 2 de abril se acerca, fabricantes, gobiernos y consumidores esperan ver el impacto real de esta medida en el mercado global.

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