El expresidente Donald Trump presidió el sábado 14 de junio un desfile militar en Washington D.C., con motivo del 250º aniversario del Ejército de Estados Unidos y en coincidencia con su 79º cumpleaños. Cerca de 6 700 soldados, 150 vehículos blindados y una decena de aeronaves recorrieron la ciudad en un evento que implicó un gasto estimado entre 25 y 45 millones de dólares.

El espectáculo, precedido por operativos en Los Ángeles donde se desplegaron Guardia Nacional y marines, fue catalogado por muchos veteranos y analistas como un despliegue simbólico que sobrepasa el respeto institucional. Un sondeo reveló que el 70% de los veteranos encuestados desaprueban la movilización, subrayando que la prioridad debería ser la atención a militares y sus familias.

Simultáneamente, miles de personas participaron en protestas bajo la consigna “No Kings”, rechazando lo que consideran un estilo autoritario de gobierno. Las manifestaciones, que se extendieron por más de 2 000 ciudades, se detuvieron temporalmente en Minnesota tras el asesinato de una congresista estatal y su esposo.

El presidente Trump advirtió que cualquier manifestante que se acercara al desfile sería enfrentado con “muy fuerte fuerza”. Esto generó críticas en torno al uso excesivo de poder civil y militar, y planteó preocupaciones sobre los límites de la libertad de expresión y el papel de las fuerzas armadas en contextos políticos.

A pesar de las tensiones, el desfile continuó tal como estaba previsto, con medidas de seguridad reforzadas para proteger las vías y los sitios públicos. Las fuertes lluvias amenazaron con afectar el evento, aunque no impidieron su desarrollo.

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