La tensión diplomática entre México y Estados Unidos se intensificó luego de que el presidente estadounidense, Donald Trump, amenazara con imponer aranceles y sanciones a México por un supuesto incumplimiento del Tratado de Aguas de 1944. A través de su red social Truth Social, el mandatario acusó a México de deber 1.3 millones de acre-pies de agua a Texas, recurso que —según el tratado— debe entregarse en ciclos de cinco años. Trump responsabilizó a la actual administración mexicana de no respetar los acuerdos y afirmó que se tomarán medidas económicas si no se regulariza el suministro.
El Tratado de 1944 establece que México debe entregar a Estados Unidos un total de 2.185 millones de metros cúbicos de agua provenientes del río Bravo cada cinco años, mientras que EE. UU. debe enviar 1.850 millones desde el río Colorado de forma anual. Según datos de la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA), México ha entregado poco más de 600 millones de metros cúbicos en el ciclo actual, que vence en octubre de 2025, lo que representa menos del 30% del total comprometido.
La situación se complica aún más por la grave sequía que afecta al norte de México, en especial al estado de Chihuahua. Las principales presas que alimentan el sistema —Amistad y Falcón— se encuentran al 21% y 12% de su capacidad respectivamente. El gobierno mexicano ha argumentado que el cambio climático ha mermado considerablemente su capacidad de cumplir con lo estipulado y, por lo tanto, se apegará al artículo del tratado que permite trasladar la deuda hídrica al siguiente ciclo en caso de fuerza mayor.
Claudia Sheinbaum, presidenta de México, respondió a las declaraciones de Trump señalando que ya se envió una propuesta integral al Departamento de Estado de EE.UU., con acciones de corto plazo para cumplir con los compromisos. En su cuenta de X, la mandataria subrayó que México ha hecho su mayor esfuerzo dadas las condiciones climáticas extremas y que su gobierno ha instruido a varias secretarías a establecer contacto inmediato con sus contrapartes estadounidenses para resolver la situación.
La respuesta de Sheinbaum ocurre en medio de crecientes presiones internas en Estados Unidos. Funcionarios texanos, como el gobernador Greg Abbott y el senador Ted Cruz, han pedido a Trump que utilice la política arancelaria como herramienta para forzar a México a cumplir el tratado. Incluso acusan al país vecino de afectar severamente la economía agrícola del sur de Texas, señalando el cierre del único ingenio azucarero del estado como consecuencia directa de la falta de agua.
El conflicto también ha escalado con la reciente negativa del Departamento de Estado de EE. UU. a una solicitud mexicana para abastecer de agua del río Colorado a la ciudad de Tijuana. Trump aprovechó el incidente para reforzar su postura y reiteró que su administración no permitirá más “abusos” por parte de México. Además, acusó al expresidente Joe Biden de inacción durante su mandato frente a las necesidades de los agricultores texanos.
En noviembre pasado, México y Estados Unidos firmaron un acuerdo para dotar al CILA de mayor flexibilidad en el cumplimiento del tratado, así como mejorar la comunicación entre ambas partes. Sin embargo, expertos como Stephen Mumme, de la Universidad Estatal de Colorado, advierten que el actual conflicto es el más grave desde 1997, cuando también se activó la cláusula de indulgencia del tratado. Para Gabriel Eckstein, de la Universidad Texas A&M, las condiciones climáticas podrían hacer que esta situación se vuelva recurrente.
Mientras continúan las negociaciones, la presión sobre ambos gobiernos aumenta. Trump busca reforzar su postura de liderazgo ante sus bases, mientras Sheinbaum intenta evitar una crisis diplomática y económica de mayores proporciones. Con un adeudo estimado de 1.520 millones de metros cúbicos para el próximo quinquenio, la cooperación bilateral será clave para enfrentar la creciente escasez de agua en la región.