En 1912, el empresario Joseph Bruce Ismay, dueño de la compañía White Star Line declaró a la prensa internacional que “Por sus características tecnológicas, ni Dios podría hundir el Titanic”. El 14 de abril de ese mismo año, el entonces barco de pasajeros más grande y lujoso del mundo, chocó contra un iceberg que lo llevó a lo más profundo del océano. La historia es ampliamente conocida.
Esta anécdota me viene a la mente, luego de ver en días recientes como algunos personajes en Morena destacan por una soberbia similar a la de Joseph Bruce Ismay. El primer caso es el de la Senadora Andrea Chávez, de quien supimos gracias a un reportaje del medio Latinus, que a través de “donativos” realizados por el empresario veracruzano Fernando Padilla, lleva “caravanas de salud” a comunidades de Chihuahua, mismas que son contratadas por el IMSS con un valor de hasta diez millones de pesos. El caso cobra relevancia toda vez que estas caravanas van rotuladas con su nombre y su cara, lo cual viola flagrantemente el artículo 134 de la Constitución que dice:
“La propaganda, bajo cualquier modalidad de comunicación social, que difundan como tales, los poderes públicos, los órganos autónomos, las dependencias y entidades de la administración pública y cualquier otro ente de los tres órdenes de gobierno, deberá tener carácter institucional y fines informativos, educativos o de orientación social. En ningún caso esta propaganda incluirá nombres, imágenes, voces o símbolos que impliquen promoción personalizada de cualquier servidor público.”
Y, por otra parte, el caso cobra fuerza por su ostensible pretensión de contender por la gubernatura de ese estado en 2027. A pregunta expresa sobre el asunto, la respuesta es de manual, Sí ¿Y qué? “Me persiguen por llevar salud a los más pobres” y un largo bla bla bla.
El otro caso, vomitivo, es el del Senador Gerardo Fernández Noroña, que en el transcurso de estos días se ha aventado declaraciones dignas de antología, como la del caso del campo de exterminio, donde decía que “¿quién nos garantiza que el hallazgo de los pares de zapatos sea de personas desaparecidas?” o que se estaba haciendo una campaña “por parte de la derecha” para golpetear al gobierno y al partido. Acto seguido, toma su avión en primera clase, con costo aproximado de $140,000.00 MN por boleto, y acude a una reunión de líderes parlamentarios en Estrasburgo.
No cabe duda que una imagen dice más que mil palabras, un parlamento vacío, donde los menos de 20 asistentes estaban en todo menos en escuchar los rollos de un merolico y farsante que explota el discurso de la austeridad y de la izquierda, pero eso sí, como disfruta los lujos “de la derecha”.
Aguas con la soberbia desmedida, que lo que hoy parece una formidable embarcación, capaz de romper el océano y atravesarlo, puede chocar con alguna piedra que lo hunda en las profundidades del olvido y la irrelevancia.