En la frontera entre México y Estados Unidos, los asilos de Ciudad Juárez se convierten en refugio para adultos mayores abandonados, tanto mexicanos como estadounidenses. Este fenómeno, impulsado por los altos costos de cuidado en Estados Unidos, especialmente en ciudades como El Paso, Texas, deja a muchos en un limbo emocional, marcados por la soledad y el aislamiento.

Las fiestas decembrinas, tradicionalmente un tiempo de unión familiar, agravan el vacío que sienten al estar lejos de sus seres queridos. Guadalupe Gómez, residente del asilo Senecú, expresa su dolor: “Mi hijo nada más viene cada 15 días con mi nieto. A mi sobrina y a mi nieta no las veo. Quisiera que me llevaran ya para no estar aquí”. Como ella, otros ancianos enfrentan historias de abandono, muchas veces causadas por la precariedad económica y la falta de recursos para brindarles cuidados en un entorno familiar.

Aunque las visitas son esporádicas, la esperanza se mantiene viva. Voluntarios y personal de los asilos trabajan para alegrar a los ancianos, especialmente en estas fechas. Óscar Aguayo, jefe de enfermeros, comenta que el impacto emocional de las visitas es inmediato: “Les traen regalos, y ellos están contentos. Son muy alegres”. Sin embargo, la desconexión familiar y el aislamiento siguen siendo una constante para muchos.

Las organizaciones llaman a reflexionar sobre el respeto y cuidado hacia los adultos mayores. Más allá de los regalos, estos ancianos desean la compañía de sus seres queridos. “El tiempo y la presencia son los regalos más valiosos que podemos darles”, enfatizan los cuidadores. Mientras tanto, la resiliencia de quienes enfrentan este abandono sigue siendo un ejemplo de fortaleza en medio de la adversidad.

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