Las negociaciones entre México y Estados Unidos para eliminar los aranceles del 50 por ciento al acero y aluminio mexicanos siguen avanzando sin un resultado definitivo, mientras el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, advierte que si no se alcanza un acuerdo, el gobierno mexicano responderá con aranceles recíprocos. En su reciente visita a Washington, Ebrard se reunió con el secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, para plantear los argumentos de México con el fin de quedar exento de este gravamen que ha generado incertidumbre en los mercados.

Ebrard explicó que la medida impuesta por la administración de Donald Trump afecta directamente la integración económica de ambos países, ya que Estados Unidos mantiene un superávit en el comercio de acero con México. Por ello, el funcionario federal argumentó que imponer un arancel tan elevado carece de sentido económico y pidió que se otorgue a México el mismo trato preferencial que ya recibió el Reino Unido, cuya excepción fue establecida mediante un acuerdo no vinculante.

A su vez, medios internacionales revelaron que Estados Unidos y México están cerca de cerrar un acuerdo para eliminar estos aranceles, aunque con la condición de establecer un límite máximo en el volumen de acero importado, basado en los niveles históricos de comercio. Este esquema permitiría a México exportar acero libre de aranceles siempre que no se supere ese tope, el cual sería más alto que el fijado en un acuerdo similar del primer mandato de Trump.

Los aranceles del 50 por ciento impuestos desde el 3 de junio ya han tenido impacto negativo en la industria siderúrgica de Estados Unidos, reflejado en la caída bursátil de sus empresas del sector. Además, según estimaciones del Departamento de Comercio, las importaciones de acero desde México sumaron 3.2 millones de toneladas métricas el año pasado, representando el 12 por ciento del total de las importaciones de ese material en el mercado estadounidense.

Marcelo Ebrard advirtió que de no concretarse una solución satisfactoria en las próximas semanas, otros países podrían adoptar la misma política de reciprocidad defendida por Trump, imponiendo a su vez aranceles al acero estadounidense, lo que agudizaría los efectos negativos en la economía global, particularmente en sectores como la construcción, automotriz y aeronáutica.

El funcionario mexicano insistió en que la respuesta del gobierno de Estados Unidos debe conocerse antes de la próxima cumbre del G-7 en Canadá, donde se prevé el primer encuentro bilateral entre la presidenta Claudia Sheinbaum y su homólogo Donald Trump. En caso de no haber acuerdo para entonces, el tema se incluirá en la agenda de esa cumbre, así como en las conversaciones del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC).

Aunque algunos analistas consideran que las recientes tensiones migratorias en Los Ángeles podrían interferir en las negociaciones comerciales, Ebrard descartó que ambos asuntos estén relacionados. Recordó que la posición del gobierno de Sheinbaum ha sido de respeto a los derechos humanos de los migrantes y rechazo a la violencia, esperando que esto no afecte los tratos económicos.

Finalmente, Ebrard destacó que la postura de México busca evitar afectaciones a la industria nacional y proteger miles de empleos, ya que los aranceles también tendrían un impacto directo en la economía de Estados Unidos, un país que importa el 25 por ciento de todo el acero que consume. La expectativa es lograr un acuerdo justo y similar al alcanzado con Reino Unido.

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