El potente terremoto de magnitud 7,7 que sacudió el centro de Myanmar ha dejado un saldo devastador en la región, con más de 1.000 muertos confirmados hasta el momento. El sismo tuvo su epicentro cerca de la ciudad de Mandalay, una de las más afectadas, y se sintió también en Tailandia, Laos, Bangladés y Vietnam. Las cifras de víctimas podrían aumentar considerablemente, ya que el terremoto se produjo a solo 10 kilómetros de profundidad, lo que intensificó su impacto en una zona densamente poblada y con infraestructura deficiente. La junta militar en el poder ha proporcionado información limitada, lo que dificulta conocer la magnitud real de la tragedia.

En Mandalay, la segunda ciudad más grande de Myanmar, la destrucción es considerable. Se estima que una quinta parte de los edificios ha colapsado, dejando atrapadas a cientos de personas bajo los escombros. Equipos de rescate, ayudados por drones y perros entrenados, trabajan sin descanso para encontrar sobrevivientes. Sin embargo, las tareas de rescate se complican debido a los escombros inestables y a la falta de maquinaria adecuada. Hospitales, escuelas y hoteles han quedado gravemente dañados, y el Hospital General de la ciudad está desbordado. La situación es crítica, con personas atrapadas clamando por ayuda y voluntarios removiendo escombros con sus propias manos ante la falta de recursos.

El líder de la junta militar, Min Aung Hlaing, hizo un llamado inusual a la comunidad internacional para recibir asistencia humanitaria, una petición que no se había producido en catástrofes anteriores. La inestabilidad política y el conflicto armado en el país dificultan la llegada de ayuda. Myanmar, gobernado por una dictadura militar desde 2021, enfrenta restricciones en la información y en el acceso a las zonas más afectadas, lo que agrava la crisis. La ONU y organizaciones humanitarias han advertido que la falta de recursos podría empeorar la situación de millones de desplazados y damnificados por el sismo.

En Tailandia, el terremoto también causó estragos, especialmente en Bangkok, donde un rascacielos de 33 pisos en construcción se desplomó. Hasta ahora se han confirmado seis muertos y más de 100 desaparecidos en la capital tailandesa. Los obreros que trabajaban en el edificio apenas tuvieron tiempo de reaccionar antes de que la estructura colapsara. Equipos de rescate han logrado salvar a algunas personas, pero el riesgo de nuevos derrumbes complica las operaciones. En total, 22 personas han resultado heridas y cientos de viviendas y oficinas han sufrido daños.

El terremoto y sus réplicas han causado cortes de electricidad y telecomunicaciones en diversas regiones, dejando a muchas comunidades incomunicadas y dificultando la coordinación de los esfuerzos de rescate. La falla de Sagaing, una de las más activas del sudeste asiático, fue la responsable del movimiento telúrico, el más fuerte registrado en Myanmar en un siglo. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), al menos 14 réplicas significativas se han producido tras el sismo principal, aumentando el temor y el caos entre la población.

El desastre llega en un momento especialmente crítico para Myanmar, un país ya golpeado por la guerra civil y la crisis económica. La ayuda humanitaria es urgente, pero las restricciones impuestas por la junta militar y la precariedad de las vías de acceso obstaculizan su distribución. Con más de 3,5 millones de desplazados y un tercio de la población en necesidad de asistencia, la tragedia del terremoto podría agravar aún más la crisis humanitaria en la región.

Comparte este artículo
Subscribe
Notify of
guest
0 Comments
Oldest
Newest Most Voted
Inline Feedbacks
View all comments
Scroll al inicio