Un apagón sin precedentes dejó sin electricidad a millones de personas en España, Portugal, Andorra y el sur de Francia el 29 de abril. El corte ocurrió cerca del mediodía, afectando hospitales, aeropuertos, redes de comunicación y transporte. Se estima que más de 60 millones de personas estuvieron involucradas en algún nivel de afectación, y aunque el suministro comenzó a recuperarse en cuestión de horas, el impacto fue severo.

La Red Eléctrica de España (REE) explicó que el colapso se originó por una fuerte oscilación de flujo de potencia dentro del sistema interconectado europeo. Aunque aún no se descarta ninguna hipótesis, las autoridades señalaron que, preliminarmente, no hay evidencia de un ciberataque o error humano. La Unión Europea, por su parte, ha prometido colaborar en la investigación.

El presidente Pedro Sánchez activó el Consejo de Seguridad Nacional y declaró la emergencia en múltiples comunidades autónomas. Se instruyó a la población mantenerse en casa, minimizar el uso de dispositivos electrónicos y seguir las indicaciones de medios tradicionales como la radio, debido a la caída de internet y telefonía móvil.

El restablecimiento eléctrico fue paulatino. Para las 23:00 horas, el 51% de la demanda en España había vuelto a operar, y cerca de las 7:00 horas del día siguiente, se había alcanzado casi el 100% de recuperación. No obstante, las secuelas se mantuvieron en sectores como el educativo y sanitario.

La Comisión Europea anunció que presentará un informe técnico preliminar en seis meses y uno final antes de septiembre de 2026. Este evento ha reabierto el debate sobre la vulnerabilidad de las redes eléctricas y la necesidad de reforzar las infraestructuras críticas en todo el continente.

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