Estados Unidos ha decidido aplicar una nueva ronda de aranceles globales a partir del 7 de agosto, luego de posponer su entrada en vigor original prevista para el 1 de ese mes. La medida busca equilibrar déficits bilaterales y gravar importaciones de países con comercio desigual con EE.UU.
Las tasas arancelarias varían entre el 10 % y el 50 %, dependiendo del país y la mercancía. Algunas naciones enfrentan tarifas menores del 10 %, mientras que sectores específicos y países favorecidos reciben castigos de hasta el 50 %, como es el caso de China.
Más de 60 países han sido incluidos en este nuevo esquema arancelario, entre ellos aliados como la Unión Europea, Reino Unido, Japón, Canadá, India y Brasil. La intención es imponer presión sobre socios comerciales que, según Washington, se benefician injustamente del comercio bilateral.
La reacción internacional ha sido inmediata. India calificó los aranceles como injustos y selectivos, Colombia advirtió sobre el impacto negativo en sus exportaciones y Madagascar sufrió una caída dramática en su economía luego del gravamen aplicado a la vainilla de hasta el 47 %.
Esta decisión establece una nueva etapa en la política comercial global, con implicaciones significativas: aumento de costos para consumidores, mayor tensión diplomática y una reconfiguración del comercio mundial. Las próximas semanas serán clave para observar cómo se posicionan los gobiernos y los mercados ante esta ofensiva arancelaria.