Las protestas en Los Ángeles contra las redadas migratorias ordenadas por el presidente Donald Trump continúan generando tensión y violencia. En Paramount, un barrio con mayoría latina, manifestantes se enfrentaron con la Guardia Nacional y agentes de migración (ICE), tras la denuncia de redadas en la zona. La comunidad reaccionó con bloqueos, quema de vehículos y pancartas exigiendo la salida de ICE, mientras los soldados respondían con gas lacrimógeno y granadas aturdidoras. Las imágenes de vecinos gritando que “no somos el enemigo” reflejaron la indignación de una población donde el 36% de los habitantes son inmigrantes.

El conflicto escaló al centro de Los Ángeles, donde miles de personas protestaron frente al Centro de Detención Metropolitano. Las autoridades reportaron el uso de gases, balas de goma y 27 arrestos. Los inconformes incluso bloquearon la autopista 101 con banderas mexicanas y pancartas reclamando derechos plenos para los migrantes. Los disturbios se extendieron a otras zonas como Compton y Pasadena, y hasta ciudades fuera del estado como Chicago, mostrando el alcance nacional del rechazo a las políticas antimigrantes.

Durante estas protestas, la represión no sólo afectó a manifestantes, sino también a periodistas. La reportera australiana Lauren Tomasi resultó herida por una bala de goma mientras transmitía en vivo, mientras que el fotógrafo británico Nick Stern sufrió una lesión grave en la pierna durante los disturbios en Paramount. Ambos incidentes despertaron críticas por el uso desmedido de la fuerza contra la prensa internacional.

Mientras tanto, el presidente Trump defendió las redadas y el envío de tropas, calificando de «insurrectas» a las multitudes y criticando a los gobiernos local y estatal por «fomentar el caos». Su mensaje fue respaldado por su vicepresidente JD Vance y asesores como Stephen Miller, quienes cuestionaron la presencia de banderas extranjeras entre los manifestantes, sugiriendo que se trataba de actos de insurrección.

El gobernador de California, Gavin Newsom, calificó de ilegal e inmoral el despliegue de la Guardia Nacional sin su consentimiento, y advirtió que demandará al gobierno federal por esta acción. La alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, pidió a la ciudadanía mantener la protesta pacífica, pero responsabilizó a la Casa Blanca por provocar el desorden con su política migratoria extrema.

Habitantes de Paramount, como Juan y Pedro, recordaron que este barrio fue construido por inmigrantes y lamentaron el miedo que reina ahora entre familias sin papeles. Pedro, salvadoreño de 70 años, expresó su desazón ante la posibilidad de regresar a su país por el ambiente hostil. María Gutiérrez, manifestante mexicana, consideró que la protesta es el inicio de una resistencia más fuerte contra las redadas.

A pesar de las denuncias de violencia y abuso de poder, el Departamento de Seguridad Nacional negó que hubiera redadas específicas en Paramount ese día. Sin embargo, ICE confirmó la detención de 118 indocumentados en Los Ángeles en la última semana, el operativo más grande desde que Trump asumió el cargo. La comunidad migrante teme que estos operativos continúen y empeoren en los próximos días.

Para muchos en Los Ángeles, estas protestas marcan un punto de inflexión en la relación entre el gobierno federal y las ciudades santuario. El despliegue militar y la brutalidad policial refuerzan la percepción de un ataque sistemático contra los migrantes, mientras líderes locales y estatales se preparan para llevar el conflicto a los tribunales. La indignación no parece disminuir, y la resistencia promete mantenerse en las calles.

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