En la tarde del 4 de julio de 2025, vecinos de las colonias Juárez, Roma, Condesa e Hipódromo, junto con colectivos urbanos y jóvenes, se reunieron en el foro Lindbergh del Parque México para manifestarse contra la gentrificación en la Ciudad de México. El encuentro fue pacífico al inicio, con carteles en tendederos y discursos denunciando el aumento desmedido de rentas y la expulsión de residentes originales.
Sin embargo, la marcha derivó en actos de vandalismo cuando un grupo encapuchado rompió vidrios en negocios como cafeterías y restaurantes, incluyendo una sucursal de Starbucks, mientras gritaban consignas como “¡fuera gringos!” y “¡esta no es tu casa!”. Incluso se lanzaron piedras y objetos explosivos improvisados en calles como Sonora, Ámsterdam y Reforma.
Entre los asistentes, algunos comensales y trabajadores intentaron resguardarse durante los ataques. En el Café Toscano, por ejemplo, las mesas y sombrillas fueron derribadas sin que la policía interviniera de inmediato. No se reportaron personas detenidas, según informó la Secretaría de Seguridad Ciudadana.
Activistas colocaron carteles con frases como “La vivienda no se vende, se cuida y se defiende” y “Nuestra identidad no es negocio”, en alusión a plataformas como Airbnb y el incremento de población extranjera. Grupos feministas y anarquistas también participaron, señalando que la gentrificación afecta el tejido social de las comunidades.
La jefa de Gobierno, Clara Brugada, condenó la violencia y rechazó expresiones de odio xenófobo, aunque reiteró su respaldo al derecho a manifestarse pacíficamente. Subrayó que los actos vandálicos no representan la ciudad incluyente que se busca construir. Por su parte, la alcaldesa de Cuauhtémoc, Alessandra Rojo, también reprobó los destrozos, pero reconoció que el fenómeno gentrificador es real.
Habitantes desplazados advirtieron que los precios de renta se han disparado, pasando de 8 mil a más de 20 o incluso 30 mil pesos mensuales. Esta situación ha impedido que personas que viven de su salario mínimo puedan permanecer en sus hogares. Las protestas se replican en múltiples colonias como Santa María la Ribera y Narvarte.
La primera protesta antigentrificación de la CDMX se inscribe en un fenómeno global que vincula desplazamiento urbano con especulación inmobiliaria. Aunque en este caso derivó en violencia, también sentó precedente para exigir regulaciones sobre plataformas digitales de alojamiento, vivienda digna y control de precios.
El desenlace de este evento marcará el rumbo del debate público sobre el derecho a la ciudad. Las autoridades deberán enfrentar el reto de frenar la especulación sin criminalizar la protesta social, y de evitar que el conflicto escale a una confrontación entre residentes nacionales y extranjeros.