El asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz, dos de los colaboradores más cercanos de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, cimbró no solo a la administración capitalina sino al corazón mismo de Morena. La noticia fue recibida por la presidenta Claudia Sheinbaum durante su conferencia Mañanera, en medio de una exposición sobre las causas sociales de la violencia. Fue Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y mano derecha en temas de inteligencia, quien le comunicó los hechos por medio de una tarjeta escrita a toda prisa. El silencio en la sala fue momentáneo, pero el impacto en la dirigencia fue inmediato: la 4T había sido golpeada de forma directa.

El ataque ocurrió la mañana del martes 20 de mayo, cuando Guzmán y Muñoz se dirigían al trabajo en la alcaldía Benito Juárez. A las 7:13 horas, una cámara de seguridad captó el momento en que un hombre armado, con sudadera blanca y casco de motociclista, descargó su arma sobre ambos. José murió en el sitio; Ximena, herida, avanzó apenas unos metros antes de estrellarse. La Fiscalía capitalina aseguró poco después una motocicleta abandonada y un vehículo que podrían estar relacionados con el crimen, pero hasta ahora no se tienen detenidos.

El crimen desconcierta porque no sigue la lógica tradicional de los ataques del crimen organizado. Ni Ximena ni José eran figuras públicas expuestas o funcionarios encargados de labores de seguridad o combate directo a grupos delictivos. Eran asesores, parte del equipo más cercano de Brugada, figuras técnicas con peso político. Por ello, dentro de Morena se ha interpretado el asesinato como un “mensaje”, como una advertencia envuelta en violencia, lo que ha elevado la tensión entre dirigentes y legisladores del movimiento guinda.

Clara Brugada, visiblemente afectada, ofreció una conferencia horas después en la que no pudo contener las lágrimas. Describió a Ximena como “una mujer incansable y maravillosa” y a José, a quien conocía desde niño, como “una de las personas más inteligentes que he conocido”. Ambos eran más que subordinados: eran parte del núcleo político y afectivo de la mandataria. La reacción de Brugada fue seguida por una oleada de solidaridad entre funcionarios y militantes, quienes alzaron la voz para exigir justicia y continuar con la lucha por la seguridad.

Durante el mismo día, distintas voces morenistas coincidieron en que el asesinato fue una acción dirigida. La presidenta del Congreso local, Martha Ávila, señaló que fue “un claro mensaje” contra el gobierno capitalino. “Eran compañeros entrañables, comprometidos con la transformación del país”, dijo. A su vez, Xóchitl Bravo, coordinadora de Morena en Donceles, denunció que el crimen es “una reacción de la delincuencia ante una administración que ha enfrentado con firmeza a quienes atentan contra la tranquilidad de la ciudad”.

En la conferencia de prensa desde el Congreso de la Ciudad de México, líderes de todas las bancadas expresaron su respaldo a Brugada. Pero entre las filas de Morena se volvió tema urgente el estado de vulnerabilidad que atraviesa el movimiento. Fernández Noroña, presidente del Senado, acusó que hay una campaña de violencia contra quienes defienden la 4T. “Es un intento de desestabilizar”, dijo. El tono del partido cambió: de la defensa de los logros en seguridad, a la condena firme de un atentado que consideran político.

Pese al dolor, la jefa de Gobierno se mostró firme al asegurar que continuará el combate frontal contra la violencia. “No habrá impunidad. Los responsables serán detenidos”, prometió. En redes sociales, Sheinbaum reiteró que no se bajará la guardia. Y García Harfuch, experimentado en este tipo de hechos tras sobrevivir él mismo a un atentado en 2020, anunció que se trabaja de forma coordinada con la Fiscalía local para esclarecer el crimen lo antes posible.

Durante el velorio de Ximena y José, las consignas históricas del movimiento obradorista resonaron con fuerza: “¡Zapata vive, la lucha sigue!”. Pero esta vez, el reclamo iba hacia dentro. Militantes exigieron a su propio gobierno que actúe, que no permita que este crimen quede impune. Morena gobierna y se gobierna a sí misma, pero ahora también debe protegerse desde dentro, en un momento donde la violencia parece haber rebasado la frontera entre lo político y lo criminal.

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