Ricardo Salinas Pliego tiene una agenda muy definida. El lucro de sus empresas, y darle la vuelta a la página a la amenaza fiscal que lo asecha. En realidad, dudo que tenga intenciones serias de ser candidato presidencial.
La personalidad de Salinas Pliego hizo corto circuito con la de López Obrador. Con la diferencia de que uno tenía dinero, y el otro, poder constitucional. Pero vale la pena recordar, como al principio de la administración pasada eran amigos y había buen entendimiento.
Desde entonces, la cuerda no ha hecho más que tensarse. Apunta la analista Vanessa Romero en un artículo recientemente publicado en El País (y no le falta razón), que en vista de que el empresario ha sido acorralado por las circunstancias (véase el cambio del Poder Judicial, la continuidad de Morena en la Presidencia y la construcción de una hegemonía política), que Salinas Pliego ha optado por encarecer el precio -desde el punto de vista político-, que tendrá hacer efectivo el cobro de todos sus adeudos y jugar la baraja de la persecución política.
En esta coyuntura, muchos inconformes con el gobierno, empiezan a ver en él, cualidades inexistentes. Fue lo mismo que pasó con Xochitl Gálvez o incluso con Norma Piña. La trampa es simple, pero infalible: Hablarle subido de tono a los políticos; ostentar una riqueza que “no” proviene del erario; etc.
El planteamiento de Salinas Pliego -en lo fundamental- es discutible y razonable ¿A quién le gusta pagar impuestos para recibir a cambio los pésimos servicios públicos que recibimos? ¿Por qué unos contribuyentes cautivos deben sostener la recaudación que no es posible efectuar a micro ni macro empresarios? ¿Vale la pena pagar impuestos para ver el surgimiento de nuevos ricos?
Pero de eso, a pensar que en él hay una salida a los problemas ocasionados por Morena, hay mucho trecho. Una vez resuelto (en el sentido que sea) el pago de sus impuestos, se desinflará “El tío Richie”. ¿Nadie de la oposición ha visto las formas de tratar a mujeres, prensa y personas económicamente inferiores? Y eso que está contra las cuerdas, imaginémoslo con poder.
Qué sabio el viejo dicho de: “ten cuidado con lo que deseas, que se puede volver realidad” o la analogía de querer quitarse un dolor de cabeza de un balazo.
