El primer ministro de Nepal, K.P. Sharma Oli, presentó su renuncia este martes tras una serie de violentas protestas que derivaron en la quema del Parlamento y otros edificios gubernamentales en Katmandú. La dimisión ocurrió apenas un día después de que las fuerzas de seguridad dispararan contra los manifestantes, dejando al menos 22 muertos en total, según cifras del Hospital de Servicio Civil. La presión social se intensificó luego de que multitudes desafiaron el toque de queda y marcharon en la capital contra la corrupción y el nepotismo.

Las manifestaciones fueron protagonizadas por jóvenes que se autodenominan parte de la Generación Z. Miles irrumpieron en el Parlamento, al que prendieron fuego mientras pintaban mensajes anticorrupción en las paredes. Otros edificios, incluida la oficina del primer ministro y la sede del Tribunal Supremo, también fueron atacados. El aeropuerto Internacional Tribhuvan permanece cerrado, paralizando vuelos en la capital. A la renuncia de Sharma Oli se sumó la del ministro del Interior, Ramesh Lekhak, quien dejó su cargo tras las muertes ocurridas en los enfrentamientos.

Amnistía Internacional exigió una investigación independiente al denunciar que las fuerzas de seguridad usaron munición real contra los manifestantes. Médicos en Katmandú confirmaron que las heridas de los fallecidos fueron causadas por armas de fuego. A pesar de los intentos de represión con gases lacrimógenos y cañones de agua, los manifestantes lograron escalar los muros de los recintos oficiales. Oli, jefe del Partido Comunista nepalí y en su cuarto mandato, había llegado al poder en coalición con un partido de centroizquierda en 2023.

El detonante de la crisis fue la prohibición del acceso a 26 plataformas de redes sociales, entre ellas Facebook, WhatsApp, Instagram y YouTube. El gobierno argumentó que buscaba frenar noticias falsas y fraudes en línea, pero críticos aseguran que se trató de un intento por silenciar voces disidentes. Con 17 millones de usuarios en un país de 30 millones de habitantes, la medida impactó severamente la comunicación y las actividades económicas, incrementando la indignación social.

La protesta se nutrió del malestar acumulado por años de corrupción y falta de respuestas a los problemas económicos. Los manifestantes, principalmente estudiantes, organizaron marchas en Katmandú, Pokhara e Itahari. Varios jóvenes aseguraron que las promesas incumplidas de los líderes y la influencia de familias políticas privilegiadas los llevaron a salir a las calles. En redes sociales, etiquetas como “Nepo Baby” y “Nepo Kids” se convirtieron en emblemas del movimiento contra el nepotismo. Con un 43% de la población entre 15 y 40 años y un desempleo del 10%, la juventud nepalí exige cambios profundos en un país que en 2008 abolió la monarquía tras una cruenta guerra civil.

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