El médico, escritor y profesor Arnoldo Kraus Weissman falleció este sábado a los 73 años, dejando un legado fundamental en la medicina mexicana y la bioética. Nacido en Ciudad de México en 1951, Kraus fue profesor de la Facultad de Medicina de la UNAM, fundador del Colegio de Bioética y miembro del Seminario de Cultura Mexicana. Su obra se centró en temas como la relación médico-paciente, el duelo, la eutanasia, el aborto y la laicidad, siempre con una mirada ética y crítica hacia las desigualdades sociales.
El Seminario Permanente de Bioética de la UNAM, del cual fue fundador, lamentó profundamente su partida y agradeció su “gran calidez humana, sus enormes contribuciones a la bioética y su amor por el conocimiento”. La Facultad de Medicina también lo recordó como un pensador clave en la divulgación ética de la ciencia, mientras que instituciones como el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán se sumaron a las condolencias.
Hijo de una familia judía polaca marcada por las pérdidas durante el Holocausto, Kraus creció con una visión crítica hacia el fanatismo religioso y político. Esa experiencia marcó su defensa de la bioética laica, a la que definía como un camino para combatir la injusticia y la desigualdad en el siglo XXI. En entrevistas recientes advirtió sobre los fracasos globales frente a la pobreza, la migración y el deterioro ambiental, insistiendo en que la ética debía guiar las decisiones humanas.
Además de su labor médica, Kraus fue un prolífico escritor y columnista en medios como La Jornada, El Universal, Nexos y El País. Entre sus obras destacan Recordar a los difuntos, Dolor de uno, dolor de todos y la serie de “Apologías” en colaboración con el artista Vicente Rojo. En su última columna reflexionó sobre el dolor de las familias que buscan a los desaparecidos en México, señalando las deudas éticas que persisten en el país.
En el terreno clínico, ejerció desde el Hospital ABC, donde aseguraba que su tarea principal era escuchar a los pacientes. Definía al poder político, empresarial y religioso como una “trilogía cancerosa” difícil de erradicar, pero mantenía la convicción de que la bioética podía ofrecer un contrapeso necesario frente a esas estructuras.
Kraus también se declaraba feminista y defensor del derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo. Fue un crítico abierto contra la criminalización del aborto y un promotor de la eutanasia como un derecho ético y humano. Su pensamiento siempre buscó conciliar la medicina con la dignidad individual y la justicia social, posicionándose como una voz incómoda y necesaria en el debate público.
Su muerte generó numerosas muestras de pesar en la comunidad médica, académica y cultural. Personalidades como Héctor Aguilar Camín, Enrique Krauze y Rafael Pérez Gay expresaron su reconocimiento al intelectual y amigo. La UNAM lo recordó como “figura clave en el estudio y divulgación de la bioética en México”, y quienes lo conocieron destacaron su inagotable pasión por el conocimiento y la vida.