El Parlamento de Irán ha recomendado cerrar el estratégico estrecho de Ormuz como represalia a los ataques de Estados Unidos contra instalaciones nucleares iraníes, decisión que aún debe ser aprobada por el Consejo de Seguridad Nacional de la República Islámica. Esmaeil Kousari, miembro del Comité de Seguridad Nacional y Política Exterior del Parlamento, afirmó que la medida se considera necesaria para castigar a Washington, aunque la decisión final está pendiente. Este paso marítimo es vital para el comercio global de petróleo y gas natural, lo que ha generado alarma internacional ante el posible impacto económico y geopolítico.
El estrecho de Ormuz es responsable del paso de entre el 10 y 20 por ciento del petróleo mundial, así como de una cantidad similar de gas natural licuado. Situado entre las costas de Irán y Omán, conecta el golfo Pérsico con el mar Arábigo y el océano Índico. Cualquier interrupción en esta vía fluvial afectaría el suministro energético global, especialmente para Europa, que depende en gran medida del crudo y gas procedente de esta región.
El comandante de la Guardia Revolucionaria, Sardar Esmail Kowsari, reiteró que el cierre del estrecho está siendo considerado seriamente como parte de una respuesta integral contra Estados Unidos. Kowsari advirtió que la respuesta militar iraní no se limita a acciones bélicas directas, sino que incluye la posibilidad de bloquear físicamente el paso marítimo mediante buques de guerra o mediante el uso de misiles, drones y ciberataques, recordando acciones previas como el ataque informático de 2012 contra la industria petrolera saudí.
Especialistas internacionales alertan que un bloqueo del estrecho de Ormuz no solo provocaría una escalada militar en la región, sino que dispararía los precios del petróleo a niveles históricos. Warren Patterson, analista de ING Research, advirtió que una interrupción sostenida de los flujos petroleros podría elevar el precio del crudo Brent hasta los 150 dólares por barril, superando el récord de 2008, con efectos devastadores sobre la inflación y los costos energéticos en Europa y otras economías dependientes.
El impacto en Europa sería múltiple: desde desabasto de energía y alzas en precios hasta disrupciones en la cadena de suministros, incremento en los costos de transporte marítimo y seguros, y volatilidad en las bolsas de valores. Las industrias del transporte, manufactura y agricultura podrían ser las primeras afectadas, agravando la crisis económica en varios países del continente.
El estrecho ha sido punto de fricción histórica entre Irán y Estados Unidos, especialmente desde que Washington abandonó en 2018 el acuerdo nuclear con Teherán y recrudeció las sanciones petroleras. Irán ya había amenazado en anteriores ocasiones con cerrar el paso, aunque nunca concretó la medida. Sin embargo, la actual ofensiva militar de Israel contra instalaciones iraníes y la respuesta estadounidense han incrementado la posibilidad de que esta vez la amenaza se materialice.
Para reducir su vulnerabilidad, Irán inauguró en 2021 una terminal petrolera en Jask, en el mar de Omán, conectada por un oleoducto de mil kilómetros desde Goreh, que permite exportar petróleo sin atravesar el estrecho de Ormuz. A pesar de este esfuerzo, la dependencia global de esta ruta clave mantiene a los mercados energéticos en vilo ante un posible cierre que afectaría a millones de barriles diarios de crudo.
El gobierno iraní evalúa cuidadosamente las consecuencias internacionales de esta acción, consciente de que un bloqueo total podría provocar una respuesta militar de Estados Unidos y sus aliados. Mientras tanto, las tensiones en la región aumentan y los mercados petroleros ya comienzan a reaccionar ante la posibilidad real de una interrupción masiva del suministro energético global.