Un derrame de aproximadamente 300 barriles de aceite proveniente de un ducto de Petróleos Mexicanos (Pemex) ha teñido de negro las aguas del golfo de México frente a la costa de Tabasco, afectando gravemente a las comunidades pesqueras de la región. El incidente, ocurrido cerca de la terminal marítima de Dos Bocas, fue provocado por rupturas en un ducto instalado en los años 70, lo que ha generado la contaminación de al menos 17 kilómetros de playas, manglares y cuerpos de agua, a pesar de que Pemex inicialmente reconoció una afectación menor de solo siete kilómetros.
Durante su conferencia matutina, la presidenta Claudia Sheinbaum confirmó que las fugas ocurrieron en la línea que conecta la plataforma Akal-C con Dos Bocas, un ducto que, por su antigüedad, se encontraba en condiciones obsoletas. Si bien las autoridades han informado que las fugas ya fueron selladas con abrazaderas metálicas y que se están realizando labores de limpieza, el impacto ambiental es evidente. Pescadores locales han documentado imágenes de peces muertos, aves cubiertas de crudo y manglares destruidos, mientras que zonas como Playa del Sol, Playa Cocalito y Playa Bruja han sido cerradas al público.
El Gobierno de Tabasco ha presentado una denuncia ante la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA), ya que el derrame alcanzó la laguna de Mecoacán, un área natural protegida de más de 17 mil hectáreas, vital para la biodiversidad y la actividad pesquera local. Según estimaciones, más de 500 pescadores han tenido que suspender sus actividades, sumándose a las afectaciones económicas que también golpean al sector turístico, tras el cierre de cinco playas en el municipio de Paraíso.
Pemex aseguró mediante un comunicado que ha entablado diálogos con las comunidades afectadas para implementar medidas que permitan la reactivación de las actividades productivas. Sin embargo, habitantes y pescadores expresaron su desconfianza ante la falta de claridad sobre los apoyos prometidos. La titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de Tabasco, Sheila Cadena Nieto, señaló que se hará una evaluación de los daños para exigir a Pemex una remediación integral.
Este derrame no es un caso aislado. Apenas el 3 de marzo pasado, se reportó otro vertido de hidrocarburos en el complejo Akal-C, situado a 86 kilómetros de Ciudad del Carmen, Campeche, lo que ha reavivado las exigencias de organizaciones civiles y ecologistas para una revisión exhaustiva de las infraestructuras petroleras, muchas de ellas operando más allá de su vida útil. Los activistas advierten que, sin una política de mantenimiento adecuada, se incrementa el riesgo de más desastres ambientales en la región.
La magnitud de este derrame subraya la necesidad urgente de modernizar las instalaciones petroleras en el país y de establecer protocolos de prevención más eficaces. Aunque las acciones de limpieza avanzan, el impacto en el ecosistema y en las economías locales tardará mucho más en recuperarse, dejando a las comunidades afectadas a la espera de soluciones concretas y sostenibles.