México y Estados Unidos alcanzaron un acuerdo que permitirá la transferencia inmediata de agua del río Bravo hacia los agricultores de Texas, aliviando la tensión diplomática que se había intensificado en las últimas semanas. La Secretaría de Relaciones Exteriores anunció que las entregas de agua serán inmediatas y continuarán durante la próxima temporada de lluvias, como medida para mitigar un posible incumplimiento en el Tratado de Aguas de 1944. Brooke Rollins, secretaria de Agricultura estadounidense, calificó el convenio como un triunfo importante para la agricultura texana, al satisfacer las necesidades de agua de sus productores.
El acuerdo se logró después de diversas reuniones técnicas entre autoridades de ambos países, con la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) como organismo encargado de dar seguimiento. México se comprometió a diseñar un plan que asegure el cumplimiento de sus compromisos tanto en el ciclo actual como en el siguiente. Según el tratado, México debe enviar 2,185 millones de metros cúbicos de agua cada cinco años a Estados Unidos, mientras que el vecino del norte entrega anualmente 1,850 millones desde el río Colorado.
A raíz de la sequía que azota al norte mexicano, el cumplimiento del tratado se había complicado, lo que derivó en amenazas de aranceles por parte del expresidente Donald Trump. Las autoridades mexicanas aseguraron que, con estas medidas, se protegerá el consumo humano en las poblaciones que dependen del río Bravo. Se estiman entregas de entre 400 y 518 millones de metros cúbicos de mayo a agosto, provenientes de fuentes como la presa La Amistad, el río San Juan y la presa Luis L. León.
Las secretarías de Medio Ambiente, Agricultura y Exteriores de México aclararon que se priorizó el abastecimiento para consumo humano y el ciclo agrícola nacional antes de comprometer el volumen para Estados Unidos. Además, anunciaron reuniones anuales de evaluación para determinar acciones futuras que permitan cumplir con los términos del tratado sin comprometer las necesidades internas. Se resaltó que las acciones previstas son menores a las implementadas entre 2002 y 2007, cuando México tuvo que cubrir un faltante mucho mayor.
Especialistas como José Luis Luege, ex titular de Conagua, advierten que el acuerdo trae riesgos considerables, especialmente por las bajas reservas en las presas mexicanas. Luege señaló que el reto principal será cumplir las entregas sin afectar el abasto de las ciudades fronterizas, tanto mexicanas como estadounidenses, pues el agua restante está comprometida para consumo humano. También destacó la incertidumbre de la temporada de lluvias y huracanes como un factor crítico.
Luege insistió en que México debe elaborar un plan de acción sólido que contemple la tecnificación de riego y el uso eficiente del agua, ya que las sequías y el cambio climático agravan cada vez más la situación hídrica. Aunque reconoció que el acuerdo era necesario para ganar tiempo y evitar sanciones, alertó que el cumplimiento pleno podría no ser posible si las condiciones climáticas no mejoran. A su juicio, el esfuerzo muestra buena voluntad, pero las limitaciones son evidentes.
Finalmente, el Departamento de Estado de EE UU agradeció a la presidenta Claudia Sheinbaum por su cooperación, destacando que el pacto ayudará a reducir la escasez en Texas y beneficiará a agricultores, ganaderos y municipios del valle del río Bravo. Las transferencias inmediatas y el aumento de la cuota en seis afluentes del río Bravo se mantendrán hasta el final del actual ciclo hidrológico quinquenal. Sin embargo, el escenario sigue siendo incierto y México enfrenta el reto de equilibrar compromisos internacionales con las necesidades de su propia población.