La indignación por el hallazgo del rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco, se trasladó a la Ciudad de México, donde cientos de personas protestaron en el Zócalo para exigir justicia y respuestas. Activistas y familiares de desaparecidos trazaron en el suelo la distribución del rancho con pintura blanca, marcando zonas de fosas clandestinas, áreas de confinamiento y campos de reclutamiento, acompañadas por la frase: «Presidenta, ¿ahora sí nos ve?» y la cifra de más de 124 mil personas desaparecidas en el país. La acción fue complementada con veladoras y zapatos, en homenaje a las víctimas.

El colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, que descubrió el rancho Izaguirre, fue reconocido con aplausos por los manifestantes, quienes destacaron la importancia de su labor en la búsqueda de desaparecidos. Las consignas «¡Justicia para Teuchitlán, nunca más!», «¡Fue el Estado!» y «¡Narco Gobierno!» resonaron en el Zócalo mientras pancartas denunciaban la crisis de desapariciones en México con frases como «México no es un país, es una fosa».

La manifestación se tornó tensa cuando algunos asistentes intentaron derribar las vallas de seguridad que protegían Palacio Nacional, generando un intento de «portazo». Esto llevó a la intervención de la policía capitalina, que formó una línea de contención para evitar el ingreso de los inconformes al recinto presidencial. Videos en redes sociales muestran empujones y golpes entre manifestantes y fuerzas de seguridad, aunque hasta el momento no se han reportado heridos ni detenidos.

La indignación de los manifestantes no solo se dirigió contra los responsables del crimen organizado, sino también contra las autoridades, a quienes acusan de omisión y complicidad ante la violencia generalizada y la crisis de desapariciones. Para muchos, la falta de respuesta del gobierno ante el hallazgo de Teuchitlán evidencia una indiferencia prolongada ante la problemática.

Según los reportes de los colectivos de búsqueda, el rancho Izaguirre, también conocido como «la escuelita del terror», funcionaba como un centro de entrenamiento para sicarios del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), donde se torturaba y asesinaba a víctimas de desaparición forzada. En el sitio se encontraron cientos de fragmentos óseos, ropa y calzado, lo que ha generado consternación en la sociedad mexicana.

El gobierno federal no ha emitido hasta el momento una postura oficial sobre la manifestación ni sobre las exigencias de justicia. Sin embargo, la protesta de este fin de semana reafirma la creciente presión social por respuestas y acciones contundentes frente a la crisis de desaparecidos. La ausencia de una respuesta clara por parte de las autoridades solo alimenta la desconfianza y el enojo de los ciudadanos que, ante la impunidad, han decidido tomar las calles como un espacio de exigencia.

El caso de Teuchitlán es uno más en la larga lista de crímenes ligados al narcotráfico y la violencia en México. Sin embargo, el impacto de este hallazgo y la reacción de la sociedad podría marcar un punto de inflexión en la exigencia de justicia y rendición de cuentas por parte del gobierno. La jornada en el Zócalo es un recordatorio de que las víctimas y sus familias no están dispuestas a permanecer en silencio ante la violencia que sigue cobrando vidas en el país.

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