Microsoft y OpenAI han iniciado una investigación para determinar si la startup china de inteligencia artificial DeepSeek obtuvo de manera indebida datos de sus modelos de IA. La sospecha surge tras la detección de una actividad inusual en la interfaz de programación de aplicaciones (API) de OpenAI, donde individuos presuntamente vinculados a DeepSeek extrajeron grandes volúmenes de información. Este hecho podría significar una violación a los términos de servicio de OpenAI o un intento de eludir restricciones en la recolección de datos.

La preocupación en torno a DeepSeek no es menor. A principios de enero, la empresa lanzó R1, un modelo de inteligencia artificial de código abierto que promete igualar e incluso superar el desempeño de tecnologías desarrolladas por gigantes como OpenAI, Google y Meta. R1 ha llamado la atención por su capacidad de razonamiento y su costo significativamente menor en comparación con otros modelos, lo que podría alterar la competencia en el sector.

La posibilidad de que DeepSeek haya utilizado técnicas como la «destilación», en la que un modelo aprende a partir de otro ya desarrollado, ha generado inquietud en la industria. David Sacks, asesor de inteligencia artificial en la administración de Donald Trump, aseguró en una entrevista que hay «pruebas sustanciales» de que DeepSeek se benefició de los modelos de OpenAI para entrenar su propia tecnología. No obstante, no se han presentado evidencias concretas que respalden esta afirmación.

El impacto del escándalo no tardó en sentirse en los mercados. La creciente competencia de DeepSeek y la sospecha de acceso indebido a tecnología estadounidense provocaron una caída en el valor de las acciones de empresas tecnológicas relacionadas con la IA, como Microsoft, Nvidia, Oracle y Alphabet. En total, se estima que se borraron cerca de 1 billón de dólares en capitalización de mercado en Wall Street.

Tanto OpenAI como Microsoft han enfatizado la necesidad de proteger su propiedad intelectual frente a actores que buscan beneficiarse sin incurrir en los mismos costos de desarrollo. Un portavoz de OpenAI declaró que «las empresas con sede en China y otros países están intentando constantemente replicar los modelos de inteligencia artificial de las principales compañías de Estados Unidos». Además, destacó la importancia de la cooperación con el gobierno de EE.UU. para salvaguardar la tecnología estadounidense.

DeepSeek no ha emitido comentarios sobre las acusaciones, mientras que Microsoft y OpenAI han evitado pronunciarse más allá de la confirmación de la investigación en curso. La controversia se suma a una serie de tensiones tecnológicas entre EE.UU. y China, donde la inteligencia artificial se ha convertido en un campo de disputa clave para la supremacía digital y económica.

A medida que avancen las investigaciones, la industria estará atenta a las repercusiones que esto pueda tener en la regulación y el acceso a las tecnologías de IA. El caso DeepSeek podría marcar un precedente en la lucha por la protección de la innovación en un sector donde la competencia y la propiedad intelectual son elementos fundamentales.

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