El 21 de enero de 2025, el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva para retirar nuevamente a Estados Unidos del Acuerdo Climático de París, alegando que el pacto es una «injusta y unilateral estafa climática» que perjudica las industrias estadounidenses mientras permite que países como China contaminen sin restricciones.
Esta decisión coloca a Estados Unidos, el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo, entre las pocas naciones que no forman parte del acuerdo, junto a países como Irán y Yemen. El Acuerdo de París insta a los gobiernos a implementar medidas para limitar el calentamiento global a 2 grados Celsius, con esfuerzos adicionales para mantenerlo por debajo de 1.5 grados.
Durante su discurso de investidura, Trump reafirmó su compromiso con la expansión de la producción nacional de petróleo y gas, declarando que Estados Unidos posee las reservas «más grandes» del mundo y que tiene la intención de utilizarlas. Se anticipa que la nueva administración buscará desmantelar las políticas climáticas establecidas por su predecesor, Joe Biden.
La retirada oficial de Estados Unidos del Acuerdo de París requerirá un año desde la notificación formal, lo que significa que el país seguirá siendo parte del acuerdo durante la próxima conferencia climática COP30, programada para noviembre de 2025 en Belem, Brasil. No obstante, la influencia de Estados Unidos en dichas negociaciones se verá significativamente reducida.
Organizaciones ambientales y expertos han expresado su preocupación por esta medida, advirtiendo que podría desincentivar a otros países de cumplir con sus compromisos climáticos y dificultar los esfuerzos globales para mantener el aumento de la temperatura por debajo de los límites establecidos. Laura Schäfer, de la ONG Germanwatch, señaló que la salida de Estados Unidos «eliminaría la obligación del país de reducir sus emisiones», lo que podría tener repercusiones negativas a nivel mundial.