Un informe reciente revela que las empresas transnacionales están capturando la mayor parte de las ganancias generadas por las agroexportaciones mexicanas, dejando a los pequeños y medianos productores en una posición desfavorable. Este fenómeno pone en evidencia las desigualdades en el sector agrícola y los retos estructurales que enfrenta el país en su estrategia de exportación.
México se ha consolidado como un líder en la exportación de productos agroalimentarios, destacando en mercados como el aguacate, el jitomate, las berries y el tequila. Sin embargo, la cadena de valor está altamente concentrada en manos de grandes corporaciones extranjeras que controlan la logística, el empaquetado y la distribución, quedándose con el grueso de las ganancias.
Pequeños productores, que representan el corazón del sector agrícola, se enfrentan a barreras como bajos precios de compra, falta de acceso a tecnologías y financiamiento limitado. Según especialistas, esta situación perpetúa la desigualdad en el campo, obstaculizando el desarrollo rural y afectando la sustentabilidad del sector.
El gobierno mexicano ha señalado la necesidad de fortalecer a los productores locales mediante programas de apoyo y políticas públicas que promuevan la justicia en la distribución de beneficios. Sin embargo, analistas advierten que se requiere una estrategia más integral que incluya la regulación de las grandes cadenas de valor y la promoción de cooperativas agrícolas.
A pesar del crecimiento en las agroexportaciones, las cifras muestran que los ingresos no están beneficiando equitativamente a quienes producen los alimentos. Esto genera preocupaciones sobre la sostenibilidad económica y social del modelo agroexportador actual, especialmente en un contexto de creciente desigualdad y crisis climática.
El informe plantea una pregunta crucial: ¿cómo puede México equilibrar el crecimiento del sector agroexportador con la justicia social y económica en el campo? La respuesta a este desafío será clave para el desarrollo futuro del país.